La configuración del rol del maestro y el alumno desde el pensamiento de Confucio

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Resumen

Este artículo propone un estudio histórico sobre el papel que tuvieron los lineamientos confucianos en el ámbito educativo, particularmente en la conformación del rol del maestro y el alumno en China. Se aborda cómo características específicas de esos actores educativos propuestas por el pensamiento confuciano tales como respeto por la tradición y las jerarquías, benevolencia, moral, virtud y armonía, condicionaron y delimitaron su proceso de configuración. A su vez, se indaga en el impacto de las categorías de relaciones (guānxì) entre adultos y niños dentro de una educación que tuvo como finalidad la formación de gobernantes. Este trabajo recupera un enfoque interdisciplinar vinculando perspectivas de la historia, la filosofía política y las ciencias de la educación. Por esta razón, se consideran materiales de investigación fuentes primarias y secundarias de dichas áreas. Dado que el estudio del ámbito educativo chino resulta aún exploratorio y escaso en el campo de los estudios sobre China en América Latina, este trabajo contribuye a crear un aporte para comprender la importancia que tiene la figura de Confucio (551-479 a.C.) y la relevancia de su pensamiento.

Palabras Clave

Confucio | Educación en China | Roles del maestro y el alumno

1. Confucio y su impronta educativa

“Quien revisando lo viejo conoce lo nuevo, es apto para ser un maestro”
Confucio

Los antecedentes con respecto a la historia de la educación en China destacan que el período imperial (500 a.C. – 1911 d.C.) tiene su inicio con la aparición de un gran maestro Kǒngfuzǐ (孔夫子) latinizado Confucio (Alcoholado, 2012; Macías Otón, 2007; Torres-Miranda y Liu, 2021). Este sabio maestro Kong (551-479 a.C.) nació en el reino de Lu, un estado ubicado en el este de China. Vivió en una época de crisis cultural y social durante el período de Primavera y Otoño (770-476 a.C.) de la dinastía Zhou. Rechazó todo tipo de violencia, desorden y caos imperante aunque atravesó diversos períodos de fragmentación política. Durante su vida ejerció como maestro además de funcionario público y fue legitimado en ambos espacios.

Conservador y restaurador de las tradiciones ancestrales, surgió como miembro perteneciente a una doctrina o tradición de letrados denominada “rú” (Yao, 2003). La profesión de estas personas era encargarse del estudio y difusión de los libros clásicos relevantes. Superando a sus diversos antecesores, Confucio se convertiría con el tiempo en el sabio-maestro más importante de esta profesión, debido a la impronta de su pensamiento.

Él fue quien reconfiguró las relaciones entre adultos y niños en búsqueda primordialmente de armonía y paz social. Esta restructuración tuvo como objetivo establecer jerarquías que ordenaron y condicionaron los procesos de aprendizaje en China en tanto intercambio educativo de conocimiento. Mediante su análisis se puede comprender cómo valores y demás sistemas de creencias, categorías y normas de conducta, configuraron las bases para la creación del ámbito educativo chino. La educación moral de Confucio se sustentó en diferentes aspectos, fundamentalmente en el respeto por las jerarquías sociales que se trasladó al ámbito político y educativo. En ese sentido, fue determinante esa nueva organización a la hora de enmarcar el quehacer del correcto comportamiento y las buenas prácticas de sociabilidad e interrelación entre los sujetos, miembros de un grupo, aunque con diferentes funciones, ya sea a nivel familiar, educativo y político.

La fuente más antigua de su pensamiento es atribuida al libro denominado Analectas (Lún Yǔ). Esta obra incorpora una selección de conversaciones breves recuperadas y compiladas a través de notas por los discípulos de Confucio tras su fallecimiento. Agrupada por temas, allí se sistematizaron sus enseñanzas y sobre todo se estableció el tipo de formación que debía tener un alumno para lograr ser considerado funcionario público.

Yao (2003) indica que en Analectas el objetivo central de Confucio era enseñar a sus discípulos a convertirse en un caballero virtuoso (jūnzi rú) y no un hombre vulgar (xiǎo rén rú)” (p.39). Graham (2012) por su parte, señala que en este texto aparece “un profesor que enseña a sus alumnos, mucho más allá de los límites que contiene un plan de estudios” (p.30).

Confucio basó principalmente sus enseñanzas en las tradiciones de sus antepasados y las normas éticas y culturales ya establecidas que se encontraban arraigadas en la sociedad china desde tiempos remotos. Dichas tradiciones implicaron la enseñanza de los libros clásicos más importantes de la cultura china entre los que se pueden señalar como elementales: el Libro de la Poesía, el Libro de la Historia, el Libro de los Ritos, el Libro de la Música, el Libro de los Cambios y los Anales de Primavera y Otoño.

El pensamiento confuciano forma parte fundamental de la arquitectura social en China. En gran medida porque instauró relaciones de jerarquía de acuerdo con la función social o el lugar dinámico de cada persona en esa estructura social. Se configuraron a partir de categorías de relaciones donde el sujeto portador de un rango superior tiene la obligación de protección mientras que el portador de un rango inferior de lealtad y respeto. Dichas categorías fueron consideradas imprescindibles en todas las relaciones humanas y se las describió sintéticamente en las cinco siguientes:1) Entre gobernador y ministro, 2) Entre padre e hijo, 3) Entre marido y mujer, 4) Entre hermano mayor y hermano menor, 5) Entre amigos (Rodríguez Asien, 2018, p.2).

Para él una sociedad ideal debía estar enraizada en la correcta conducta moral de sus integrantes. Por esa razón, la educación confuciana estaba orientada en primera instancia, a la mejora y al perfeccionamiento de la propia persona para que en una segunda instancia, ese conocimiento se trasladara a la sociedad. Aristu Ollero (2014) cita en su trabajo a Lee (1996) y Wang (2009) quienes consideran que el aprendizaje desde el pensamiento confuciano fundamentalmente era “el cultivo del sí para volverse un ser humano inteligente, creativo, independiente, autónomo y auténtico” (p.17). Una vez que la persona hubiese culminado las distintas instancias de aprendizaje, recién allí era considerado idóneo para servir a la sociedad como funcionario político o administrativo.

Para alcanzar dicha finalidad, los alumnos debían comenzar por estudiar, respetar y conocer los libros clásicos. Fue central durante la educación confuciana, la selección que realizó Confucio de los textos imprescindibles para la enseñanza. Su criterio instauró lo que se denomina canon escolar en China, es decir, la selección de obras clásicas que conformaron un referente modélico y que tienen un valor dentro de un ámbito determinado, en este caso, educativo.

Cabe aclarar que la elección que realizó Confucio de las obras canónicas no resultó azarosa sino que respondió a la reconstrucción y restauración de prácticas de tiempos pasados en los que él consideró que la sociedad china gozaba de estabilidad. Aristu Ollero (2014) retoma a Lui (2009) quien considera que Confucio había vivido con justicia y sencillez durante el reinado de la dinastía Zhou de Occidente (p.20). Al sabio maestro se lo identificaba según Yao (2003) por la devoción especialmente de los “Seis Clásicos”. Anne Cheng (2006) hace referencia a un tipo de canon confuciano que se divide en diversas etapas. Bajo la dinastía Han en donde se habla de seis clásicos, bajo la dinastía Tang (618-907 d.C.) eran doce libros que se terminan convirtiendo en trece bajo los Song (960-1279 d.C.). Según esta autora, resulta determinante precisar que la existencia de un canon de obras de la escuela confuciana no es concebido como algo cerrado o necesariamente inalterable (p.77).

El valor y la trascendencia de los aportes de Confucio en China abarcaron todos los ámbitos traspasando las esferas sociales, políticas y culturales. Pero principalmente las enseñanzas del maestro se encuadraron en el ámbito educativo en primer lugar, funcionando como llave para el acceso a otro ámbito, el político. Los principios, prácticas, enseñanzas y reflexiones difundidas por él, fueron elementos determinantes a la hora de comprender la finalidad de la educación en China: formar funcionarios. En ese sentido se trata de una educación con fines conjuntamente educativos y políticos.

2. Funciones atribuidas al maestro y el alumno en el pensamiento confuciano

Es importante destacar que los roles de los alumnos y los maestros en China llevaban determinadas características que se intentarán explicar para abordar la construcción de los roles de cada uno específicamente desde el pensamiento confuciano. Una de ellas es que se advierte que las enseñanzas de Confucio no se remiten sólo al ámbito educativo como ya se mencionó. Aunque su trayectoria personal no siempre estuvo signada por el éxito, cabe destacar que nunca declinó en su principal objetivo: formar funcionarios públicos. Las sucesiones de los distintos gobiernos no pudieron socavar las bases morales y éticas que establecería en función de, en primera instancia, un bien individual (buen comportamiento y desempeño del hijo y alumno) para luego transformarlo en un bien común y colectivo (ejercicio como funcionario público o gobernante). En ese sentido Cheng (2006) afirma:

El objetivo práctico de la educación es formar a un hombre capaz de servir a la comunidad en el plano político y, al mismo tiempo de convertirse en un “hombre de bien”, en el plano moral, no siendo ambos planos sino uno solo, ya que servir al príncipe se asimila a servir al padre (p. 60).

Teniendo en cuenta este lazo se podrá inferir que el significado de la palabra “maestro”, desde su conformación, no sólo fue comprendido socialmente como ejemplificador en términos educativos sino también en términos políticos. Dentro del ámbito de la cultura y la educación china, existe una clara correspondencia entre ambas funciones (educativa y política) y se encuentran intrínsecamente relacionadas además de legitimadas.

En China, siguiendo la interpretación de Feng (1987), se consideró como primera figura ejemplificadora del rol del maestro a Confucio. Ese rol fue transmitido y confirmado a sus discípulos. Posteriormente, con la consolidación del sistema imperial, se visibiliza en la función a los denominados jìnshì en el ámbito administrativo y burocrático quedando luego ese rol a cargo de los eruditos letrados.

Por otro lado, como alumnos fueron calificados los aspirantes a futuros funcionarios públicos. Cabe subrayar que el pensamiento confuciano tenía como principio rector enseñar más allá de las clases sociales. Esto implicaba incluir en las aulas diversas realidades de la época. En este sentido, Torres-Miranda y Liu (2021) mencionan que Confucio “rompe con el patrón tradicional de la escuela de gobierno y populariza la educación para los civiles” al considerar que todas las personas tenían derecho a la educación (p.2). En Analectas, el maestro aclara: “Nunca negué mis enseñanzas a nadie que las buscase, aunque fuera demasiado pobre para ofrecer algo más que un detalle de agradecimiento por su educación” (p.33 7-7).

Otra característica que resulta de suma relevancia es que la educación confuciana era esencialmente práctica y activa. El maestro debía tener en cuenta para enseñar, según Gernet (2005), tanto “las circunstancias particulares del alumno como su carácter” en el proceso de aprendizaje (p.90). En otras palabras, las enseñanzas del maestro no se encontraban basadas en un supuesto de alumnado homogéneo y pasivo sino que se evaluaban y modificaban las trayectorias educativas en función de las condiciones en las que cada alumno se encontraba. Se esperaba que el alumno realizase preguntas y reflexionase activamente.

En definitiva, las figuras que se proponen para ocupar los roles de maestros y alumnos a lo largo de este artículo se realizan teniendo en cuenta el criterio de que fue Confucio quien creó una determinada escala de valores que repercutió intrínsecamente en la comprensión del proceso enseñanza y aprendizaje, lo cual reconfiguró los actores educativos considerados hasta ese momento. Ello acompañado por la selección de un material específico que se considera como canon educativo. Lo mencionado tiene relevancia educativa hasta nuestros días en China. Por esa razón, se considera que en el país asiático surgió con él otra forma de entender las características constitutivas del ámbito educativo, de manera complementaria y renovadora a la vez.

3. Acerca de la configuración de la figura del maestro

Al instaurar las categorías de relaciones (guānxì) Confucio determina el lugar en que se desempeña el maestro y el alumno. Al respecto en Analectas, el Maestro You señala que “Un hombre que respeta a sus padres y a sus mayores difícilmente estará inclinado a desafiar a sus superiores (…). Respetar a los padres y a los mayores es la base esencial de la humanidad” (p.16 1-2). Si esa es la base esencial de la humanidad en China, entonces un alumno tiene que relacionarse y vincularse mediante el respeto a la autoridad establecida. En el ámbito educativo esta autoridad representa al maestro como figura que enseña y transmite el conocimiento relevante. La autora Tobeña (2018) en su categorización sobre el rol del maestro denomina como matriz ilustrada a este tipo de configuración entendiendo un lugar de centralidad en el docente al ejemplificar la adquisición del saber (p.178).

Al rol del maestro primero se lo configuró mediante el lugar que ocupó Confucio al trazar los fundamentos de la educación, pero luego se lo puede vislumbrar a través de sus discípulos y posteriormente mediante los letrados confucianos. Ellos fueron los predecesores inmediatos de la escuela que tenían conocimientos de los rituales estatales, además de la educación oficial y privada (Yao, 2003, p.42). Ejes centrales de estas escuelas eran la interpretación y enseñanza de los clásicos, la música y las ceremonias antiguas. Confucio formó a sus discípulos para transmitir y difundir sus enseñanzas bajo esos preceptos por lo que, una vez ocurrida su muerte, se encargaron de extender su mensaje viajando a diferentes zonas de China y fundando escuelas confucianas.

Otro tema relevante con respecto al maestro es cómo estaba organizado el contenido que debía enseñar. Carrasco Álvarez (2011) señala que principalmente se dividió en cuatro currículas o ejes diferenciados en función de desarrollar diferentes potencialidades del alumno de forma armónica. El autor destaca el énfasis en el cultivo de la virtud, el lenguaje, la administración y la literatura. Esta propuesta curricular, recalca, se encontraba diseñada en función de los cuatro discípulos más cercanos de Confucio quienes encarnaban de manera ideal determinadas cualidades y virtudes: Yan Hui (gentileza y honorabilidad), Zi Lu (coraje), Zi Gong (lógico y astuto) y Ran You (líder político) (p.1).

Cabe aclarar que, al hacer mención al contenido de sus enseñanzas, según Analectas, Confucio explica que no están basadas en un material nuevo sino que se remite al tiempo de los antepasados, en referencia a los libros clásicos. El Maestro dijo: “Yo me limito a transmitir, no invento nada. Confío en el pasado y lo
amo” (p.33 7-1). Esto podría ser explicado en función de que utilizó los libros clásicos como canon de su enseñanza pero le incorporó la impronta de sus preguntas, observaciones y comentarios y las de sus discípulos, en pos de enriquecer y mejorar el saber ineludible para resolver las necesidades de la época. Durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) ese saber atribuido al pensamiento confuciano se convertiría en doctrina de Estado.

A partir del período de los Tres Reinos (220-280 d.C.) en adelante se visibiliza la figura de jìnshì ocupando el rol del maestro. Jìnshì era un título otorgado a los alumnos que se graduaban de los exámenes metropolitanos y estatales del palacio. La tenencia de este título representaba un requisito imprescindible para continuar con la carrera en el servicio público de acuerdo con un sistema de nueve rangos. El origen del término se remonta al capítulo wangzhi del Libro de los Ritos de Confucio donde se hace referencia a un “erudito listo para el empleo” (jìnshì).

Para poder alcanzar la categoría de jìnshì se debían desarrollar y perfeccionar conceptos tales como erudición, respeto, honestidad, benevolencia, moral, virtud y armonía. El rol del maestro jìnshì involucraba tanto aspectos académicos (teóricos) como administrativos (prácticos), debiendo desarrollarse de manera ejemplar en ambos aspectos. Era quien representaba la concepción de “saber ser” y “saber hacer”; por esa razón, tenía la potestad para enseñar el contenido que se impartía en pos de formar a los nuevos aspirantes. Este rol posteriormente, desde la Dinastía Tang (618-907 d.C.) en adelante, estaría conviviendo con el letrado chino. Estos últimos cumplían la función de burócratas y magistrados del emperador.

4. Aproximación a la configuración del rol del alumno

Confucio consideraba a la educación fundamentalmente como una vía para formar la personalidad, por lo que abogaba por el comienzo de la educación a una edad temprana. Su enseñanza se caracterizaba por iniciar entre los 7 y 8 años de forma gradual. Los hijos de las familias pudientes podían pagarle a un tutor privado para que los instruyera, pero también recurrían a templos, pueblos o academias privadas en donde antiguos académicos tomaban el papel de maestro (Miyazaki, 1981, p.15).

En primer lugar, la constancia y el esfuerzo fueron principios éticos confucianos determinantes en la época. Los alumnos dedicaban muchas horas para su formación estudiando y memorizando los libros clásicos de los antepasados. El Maestro Zeng en Analectas indica el camino a seguir: “Cuando se honra a los muertos y se mantiene viva la memoria de los antepasados remotos, la virtud de un pueblo se halla en su plenitud” (1.9).

En segundo lugar, el alumno debe ir progresivamente adquiriendo la virtud suprema a menudo traducida como “bondad” o “benevolencia” (rén) y la justicia (yì). Con respecto a estos términos, el autor Yao (2003) menciona que la escuela rú, de la cual formaba parte Confucio, tenía como objetivos centrales el desarrollo de estos dos conceptos (p. 39). Feng (1987) por su parte expone en relación con el término benevolencia (rén) que en Analectas, Confucio es quien explica su sentido de manera sencilla: se trata de “amar a todos” (p.54 12-22). Se puede agregar también que este término, además, hace referencia a la consideración con el prójimo en beneficio del coexistir, es decir, de la vida en común. Con respecto al significado de la palabra justicia (yì) el autor hace referencia a que se la puede traducir como el “deber ser” en una situación invocando una idea concreta y formal realizable (p.63).

En tercer lugar, también la seguridad y la honestidad eran consideradas virtudes o valores a cultivar que debía tener todo alumno, así como también todo futuro gobernante. La finalidad del pensamiento confuciano era formar personas autodisciplinadas con una alta moral e inteligencia que pudieran gobernar. Torres-Miranda y Liu (2021) señalan algunos pilares de la educación confuciana entre los que destacan que “arranca del reconocimiento y aceptación de uno mismo, lo fundamental es actuar con sinceridad y reconocer la realidad de las cosas y del hombre tal y como es (…)” (p.3).

En cuarto lugar, Gernet (2005) indica también que en las escuelas confucianas se concedía gran importancia a que los alumnos desarrollen los ejercicios de compostura ritual como principio de un perfeccionamiento individual que permitía el dominio de gestos, acciones y sentimientos. Esto se debe a que Confucio consideraba central el desarrollo del li o “ceremonia” con sus correspondientes ritos, modales, vestimentas y convenciones a fin de honrar a los antepasados (p.90).

En quinto lugar, resultaba determinante en el proceso de enseñanza del alumno que su esfuerzo estuviese orientado al objetivo de asegurarse un puesto como funcionario y siguiese una teoría de aprendizaje, además de un método. En Analectas, mientras el discípulo Zizhang estaba estudiando Confucio le explicaba qué es aprender:

Recoge mucha información, deja de lado lo que sea dudoso, repite con cautela el resto; entonces rara vez te equivocarás. Haz muchas observaciones, deja de lado lo que sea sospechoso, y pon en práctica con cautela el resto entonces tendrás pocas ocasiones de lamentarte. Con pocos errores en lo que dices y pocos lamentos en lo que haces, tu carrera está hecha. (p.19 2-18)

A partir de esta cita, podemos inferir que no sólo el maestro Confucio solicita cautelosa comprensión para la memorización de los conceptos relevantes sino que además pide a sus alumnos reflexionar para poder eliminar la información dudosa, realizar observaciones y dejar de lado lo que admite sospechas. De hecho, a lo largo de Analectas se muestra a un Confucio que dialoga, reflexiona y aprende a través de la creación de múltiples interrogantes y respuestas de sus discípulos. Surge una teoría y metodología de aprendizaje particular y específica, a implementar por parte de los alumnos y maestros.

Por último, se podría afirmar que tanto las teorías y métodos de aprendizaje como las categorías de relaciones confucianas, las características que subyacen a la figura del maestro y alumno, los libros clásicos y las Analectas conforman elementos constitutivos de la construcción de lo que se denomina desde el punto de vista occidental cultura escolar. Se enmarca este concepto de cultura escolar definido por Dominique (2001) como un “conjunto de normas que definen conocimientos a enseñar y conductas a inculcar, y un conjunto de prácticas que permiten la transmisión (…) y la incorporación de esos comportamientos; normas y prácticas coordinadas a finalidades que pueden variar según las épocas” (p.10). En ese sentido, los aportes de Confucio resultan relevantes en tanto abrieron un horizonte de aprendizaje y enseñanza con sus fundantes estructuras y características concretas a seguir desarrollando.

5. Contexto de surgimiento de las escuelas confucianas y su legado en China

Aunque Confucio vivió en una época de crisis cultural y social, fragmentación política y caos, su innovadora propuesta consistió, según el autor Carrasco Álvarez (2011), en brindar una educación que otorgue oportunidad a todo aquel que deseara cultivar la virtud y alcanzar la integridad. Él interpreta que Confucio creía que “el mundo se salvaría si cada quien se hacía cargo de su propia salvación; y, la educación era el mejor mecanismo de salvación individual” (p.3). En ese sentido, se puede inferir que el gran maestro apelaba al proceso de enseñanza y aprendizaje individual como medio de cambio para mejorar y beneficiar a toda la sociedad china. En pos de ese fin, se fomentaba una educación que funcionara como mecanismo de salvación individual independientemente de la clase social y eso generaba tanto aceptación como rechazo en la clase dirigente de su tiempo.

En este contexto, el maestro fundó su propia escuela atravesada por la tradición china que colocaba como pilar del conocimiento al profesor. En ellas Confucio formó a más de 3000 alumnos, 70 de ellos de manera directa los cuales posteriormente serían los encargados de difundir su filosofía como discípulos (Carrasco Álvarez, 2011). La dinastía Tang fue la encargada de crear, además de escuelas, la Academia imperial (Han lin yuan) la cual editó primero las Analectas. Xiaohuan (2002) revela la importancia de la figura de Confucio al destacar que, con el tiempo, las enseñanzas y los clásicos confucianos “se convirtieron en las materias predominantes de toda la educación en la sociedad china” (p.8).

Algunos autores como Castles y Wustenberg (1982) aseveran que mediante la filosofía social de Confucio se implantó la innata desigualdad de los seres humanos y que esto se utilizaba para justificar estructuras patriarcales y jerarquías familiares y de clase en China (p.145). En este sentido, resulta relevante hacer una salvedad al aclarar que el legado de Confucio en términos de acceso a la educación y a los cargos públicos no respondió necesariamente a una clase determinada. Fue con el establecimiento de exámenes imperiales oficiales durante la dinastía Tang (618-907 d.C.) cuando surge una trasformación en este sentido, según afirma Sánchez Griñan (2008). Aristu Ollero (2014) cita a este autor quien explica la importancia de diferenciar el pensamiento educativo original de Confucio, el confucianismo, y la utilización política posterior (sus revisiones y desviaciones). En ese sentido, señala que se produjeron desviaciones de los ideales confucianos a partir de la implementación de los exámenes oficiales y su posterior evolución. En 606 d.C. la evaluación de los exámenes consistía en pruebas escritas, orales, entrevistas y una parte práctica. Con el paso de los años y el aumento de aspirantes terminó centrándose en la memorización y la repetición de textos. Esto modificó el proceso de aprendizaje y de evaluación, lo cual tuvo consecuencias en la configuración de un rol de alumno más pasivo (Sanchez Griñan, 2008; Aristu Ollero, 2014) y también en quién tenía acceso para ingresar a las escuelas, en contraste con el pensamiento confuciano. El rol del maestro durante este período se basó en preparar a los alumnos para los exámenes que se repetían constantemente simulando los que realizarían en un futuro (Mironesko, 2019, p.59)

Las categorías de relaciones sociales (gobernador/ ministro, padre /hijo, maestro/alumno, marido/ mujer, etc.) bajo el sistema de rangos permitieron mantener los privilegios sociales de las familias chinas con mayores recursos quienes representaban al sector minoritario de la población que era el único que poseía acceso a la educación. Es de recalcar que Confucio con sus jerarquías de relaciones dio origen a un determinado orden social que sufrió diversas modificaciones en el tiempo. Por ejemplo, él implementó el acceso a la educación y a los cargos de funcionarios públicos más allá del status de clase, punto que sufrió alteraciones. Aun así, se puede traducir su influencia, entre otras cuestiones relevantes, en el canon escolar que se utilizaba y en la configuración establecida del rol del maestro y la del alumno.

Ocupaban rol de alumnos los hijos de clases dirigentes que querían transformarse en un hombre erudito (wén rén) cuestión que los diferenciaba de aquella persona que no poseía el conocimiento. El Emperador por “mandato divino” era quien gobernaba con sus mandarines o literatos chinos a quienes les otorgaba el estatus de “maestros”. En este contexto, el rol de alumno era representativo del hijo del dirigente quien tenía a su cargo el compromiso de colaborar posteriormente para la continuidad y la perpetuación de su clase.

Según Max Weber (2001), el estatus social privilegiado en la época imperial permitió también la formación en China de una administración racional (un racionalismo práctico y político entre el estrato intelectual). En este sentido, establece que el campo de la educación no cumple una función precisamente superestructural o secundaria respecto de la relación con el sistema político (p. 206). En esta articulación entre el campo educativo y el político encontramos a los literatos chinos quienes se dividían entre los que ocupaban un cargo para el soberano y quienes eran responsables de las escuelas como maestros. Ambos tenían el estatus de maestros ya que no solo tenían conocimientos académicos, sino también experiencia práctica, dos cuestiones indisociables desde el punto de vista de la educación tradicional en China.

A modo de síntesis, en el siguiente cuadro comparativo se visualiza el proceso constitutivo y evolutivo de los roles del maestro y el alumno durante el período preimperial e imperial:

6. Conclusiones

Desde una reflexión sobre la importancia del pensamiento de Confucio en la construcción del sistema educativo en China, este trabajo expuso que los roles del maestro y el alumno en China llevan consigo implícitas y explícitas determinadas normas de comportamiento, pautas de sociabilidad y relaciones de jerarquía. Dichos elementos se fueron construyendo con el tiempo como parte de un proceso formativo. Visibilizarlos implicó un esfuerzo por explicarlos desde el punto de vista de occidente proponiendo una aproximación a lo que después se reflejaría de la influencia confuciana en la cimentación del ámbito educativo. Se propuso situar el foco en diversas cuestiones relevantes en ese sentido. Por un lado, se presentó lo disruptivo de las enseñanzas de Confucio que se incorporaron como clásicos en la sociedad china incluyéndose con el tiempo en la enseñanza escolar. El gran maestro Kong transformó los contenidos estableciendo un canon escolar mutable y una nueva forma de comprender el proceso de enseñanza de todo el ámbito educativo-político chino enmarcado en una matriz ilustrada. En consecuencia, surge una concepción de su educación moral de forma meritocrática como un puente hacia la función de gobernante. Por otro lado, también se puede prescribir lo rupturista del pensamiento confuciano en tanto que implementó el acceso a la educación y a los cargos de funcionarios públicos más allá del status de clase.

Su propuesta además presenta dimensiones distintivas ya que los mecanismos, prácticas y enseñanzas que instauró tomaron un protagonismo preponderante como nueva escala de valores en el orden social y educativo. Dicha escala funcionó enmarcando y condicionando las relaciones en las que se fundaron los roles del maestro y el alumno ya que la escolarización primaria en el marco de la familia coincidía con los valores presentados en la escolarización secundaria en el ámbito de la escuela.

Por esta razón, se afirma la creación de una determinada cultura escolar desde el punto de vista de occidente. En ese sentido, este artículo invita a reflexionar sobre las permanencias y las modificaciones de las normas, prácticas, rituales, valores y modos de socialización sedimentados a lo largo del tiempo que han definido a la escuela en China y a los roles del maestro y el alumno. Se resalta que con la figura de Confucio se instauró una forma renovadora de concebir las características constitutivas de la esfera educativa, pero a la vez complementaria y continua a la ya existente.

En ese sentido, la aparición años posteriores de los exámenes oficiales no hizo más que estandarizar la impronta de las enseñanzas de Confucio en el ámbito educativo con modificaciones en relación con la perspectiva del alumno y el maestro (rú, discípulos confucianos, jìnshì, funcionarios letrados).

Lo que se espera de un alumno y un maestro desde el punto de vista chino se instaura en nuevas maneras de interpretar desde occidente conceptos tales como tradición, benevolencia, moral, virtud, armonía, etc., que son constitutivas de la subjetividad del agente que ejerce la actividad escolar. El aporte de este artículo colabora en pos de facilitar la comprensión de estos procesos al analizar los diferentes momentos de evolución y características de ambos roles desde el punto de vista educativo, con el fin de profundizar en el valor y legado del pensamiento confuciano.

Biografía

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