Relaciones Sino-argentinas a través de los migrantes chinos en Argentina en el contexto actual de globalización

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Resumen

Este artículo busca analizar los vínculos sino-argentinos, a través del flujo constante de personas de origen chino que emigran hacia la Argentina. Se plantea realizar una aproximación a las diversas maneras en que se establece este vínculo, teniendo en cuenta las características actuales de la globalización, en la cual se dan intercambios de personas, mercancías, información e ideas a una escala planetaria, a un ritmo vertiginoso y con una versatilidad nunca antes vista en la historia. Para ello, este trabajo desarrollará un análisis de las corrientes migratorias actuales, así como de algunas de las características que impulsan dichas migraciones.

Introducción: Contexto de globalización, flujo de mercancía y de personas

La globalización afecta diversas dimensiones de la realidad. Esta forma de organización influye en la cultura, la económica, la ideología, las relaciones internacionales y la circulación de individuos por el mundo entero. Este flujo de personas está compuesto por migrantes que buscan nuevos horizontes para mejorar sus condiciones de vida, incorporándose a sociedades foráneas, que poseen características y patrones culturales que le son extraños, y hasta incomprensibles. Los migrantes intentan generar lazos con otros que se encuentren en las mismas condiciones. Así también buscan estrategias para mantener conectados sus nuevos espacios de residencia con sus lugares de nacimiento, con el que mantienen relaciones familiares, económicas e identitarias.

El sociólogo británico David Held (2003) definirá globalización como un fenómeno espacial, que ocupa un espectro que va de lo local y lo nacional, a lo supranacional y global. Se refiere al despliegue de conexiones y relaciones entre comunidades humanas. También a la intensidad creciente de estos fenómenos, y al ritmo cada vez más rápido con el que se producen. Al hablar de globalización, a su vez, nos referimos a la suma de las interconexiones financieras, legales, sociales y medioambientales entre las regiones del mundo, y del modo en que se transforman a lo largo del tiempo.

Como plantea el investigador alemán Brandt, “la globalización ha alcanzado un grado de apertura sin precedentes, especialmente entre las naciones grandes y pobladas, con injerencia de bienes extranjeros en casi todos los sectores de la economía. La inversión foránea ayudó a aumentar la calidad, el conocimiento y los estándares en muchas áreas del mercado, especialmente en la industria pesada.” (2008)

En los últimos treinta años, los movimientos de personas aumentaron en cantidad y frecuencia, pero no han sido acompañados por la eliminación de obstáculos para su libre movilidad, cómo sí lo han experimentado el comercio de bienes, capitales y servicios.

La migración desde China

Durante la crisis financiera mundial de 1997, el bloque denominado como Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) buscó expandirse e incorporaron a China, Japón y la República de Corea. Este bloque se denominará ASEAN+3, y se impuso a través de un gran mercado de trabajo y demanda de mercancía por parte de su población. A partir de allí se modificó la dinámica de la globalización, cuestionando a ciertas centralidades o hegemonías económicas, preponderantes hasta el momento (Estados Unidos de América, la Unión Europea, entre otros).

Los países que componen esta asociación establecen una serie de políticas de apertura e inversión a escala mundial. Esta área geográfica ha influido de manera decisiva en los movimientos de personas y mano de obra de un país a otro, tanto entre regiones como internacionalmente.

Actualmente, la región concentra el 50% de la población mundial y tiene el mayor mercado de trabajo del mundo. Sólo la población económicamente activa de China ronda los mil millones de trabajadores y el país cuenta con uno de los mayores mercados de trabajo del planeta.

Durante el periodo 2003–2013, Hu Jintao ocupó el cargo de presidente de China. Emprendió una serie de reformas que dieron lugar a una época de constante crecimiento, consolidando al país como una de las máximas potencias a nivel global. Hu abogó por “el Desarrollo Pacífico de China”, a través de un poder blando en las relaciones internacionales y un enfoque orientado a la diplomacia. A lo largo de su mandato se dio un aumento de la influencia de China en África y América Latina, generando un desarrollo económico realizado por inversionistas chinos a nivel global.

Esta apertura estableció la salida de productos e inversiones en el exterior. Llevó también una parte de los nuevos migrados, emparentados con inversiones y negocios de escalas diversas, a nivel internacional. En este período, las migraciones aumentaron en cantidad y frecuencia, a pesar de que no fueron acompañados por políticas públicas concretas que favorecieran la movilidad. Esta dinámica sí acompañó y marcó el ritmo del comercio de bienes, capitales y servicios. Se establecieron relaciones transnacionales buscando maximizar lazos a través de una participación duradera y efectiva de los migrantes en la vida económica, política y cultural de los países huéspedes.

Entre todas las opciones, el migrante chino o grupo de ellos no buscó invertir en terrenos desconocidos, sino que lo hizo en países que conocía de manera indirecta, a través de inversiones previas de conocidos o familiares, basados en la confianza obtenida en la experiencia. Esta migración se movió al son de un mercado globalizado sin fronteras, relocalizándose a pesar de las posibles trabas migratorias, en pos de la búsqueda de estabilidad laboral. Los desplazamientos de los ciudadanos se han dirigido hacia una multiplicidad de destinos. Un informe del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) de 2009 establece que cerca de 65 millones de chinos residen fuera de su país, de los cuales el 64% se encuentra en otros países de Asia y Pacifico, 23,3% en Estados Unidos de América, 7,2% en Europa y el 0,9% en América Latina, destinos entre los que se encuentra Argentina. (PNUD, 2009)

El lugar de la esperanza

Los datos del Censo de Población, Hogares y Viviendas de 2010 de la República Argentina establecen que alrededor de 12 mil nacidos en China viven en nuestro país (INDEC 2010). Se calcula que es uno de los grupos migratorios con más rápido crecimiento en la última década. Hay que resaltar que estos datos deben ser tomados con mucho recaudo, ya que hay grandes grupos de personas que no han sido censados por diversas causas. Demostración de esto son los datos obtenidos en los trámites de radicación ante la Dirección Nacional de Migrantes, entre 2004 y 2013, en donde se presentaron 26.237 solicitudes. Las mismas son resueltas, en su mayoría, con un tipo de radicación temporaria. A esto se le suma 17.505 personas que ya poseen una radicación permanente. (Grimson, Ng, Denardi, 2016)

Este proceso se vio acompañado por los cambios en las políticas de documentación, favoreciendo la situación migratoria, lo que llevaría a nueve mil chinos a regularizar su situación en la primera década del nuevo milenio. Esta legislación inmigratoria (Ley N° 25.871, Dto. 616/2010, Dto. 70/2017) llevó a reducir el tiempo de espera para regularizar los permisos migratorios de 6 a 3 meses. Según lo estableciera la ley, el gobierno le otorga una residencia temporaria y transitoria, que les permitiría trabajar o atenderse en un hospital durante el tiempo que durará el trámite. El paso siguiente será una estadía de tipo definitiva, otorgada por parte de la Dirección Nacional de Migraciones.

Ana Kuo (2016), una de las fundadoras de la Asociación Cultural Chino Argentina, comenta en una entrevista dada a Radio Nacional el día 21/12/16, que se estima que actualmente alrededor de ciento ochenta mil individuos nacidos en China habitan suelo argentino. Cuando se le pregunta por qué cree que eligen Argentina como espacio para migrar, ella comenta que las respuestas de los propios migrantes son múltiples, pero se destacan tres aspectos: porque es un país que no tiene grandes exigencias migratorias, porque es seguro y principalmente porque hay posibilidades laborales, en particular las relacionadas con el fenómeno de los supermercados.

No es casual que el mayor número de migrantes chinos residan en Capital Federal y alrededores, distrito que tiene el mayor promedio de remuneración en el país. La migración es fomentada por los comentarios de boca en boca que circulan en el lugar de residencia, y sobre todo por la opulencia que muestran las familias migrantes al retornar a sus lugares de origen. Estas demostraciones de lujo van de la mano con la idea del éxito, en muchos casos fingida o potenciada por la fuerte construcción cultural de desprecio hacia el fracaso y al fracasado. Esta manifestación ritual se realiza a través de regalos e inversiones obtenidos en los lugares de migración, que tendrán como destinatarios a los propios familiares. Las inversiones se dan a través de remesas, con el fin de sostener la crianza de los hijos que en muchos casos son cuidados por los abuelos, quienes les transmiten su idioma y sus culturas. Las demostraciones pueden ser reales o simbólicas, fomentando el mito de América como un lugar de oportunidades y crecimiento pujante.

Según datos obtenidos en el último censo desarrollado por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en el año 2010, se registraron 8929 personas nacidas en la República China, de los cuales 3932, que representan un 44%, tienen residencia en Capital Federal. En tanto que 3461 (38,76%) viven en la provincia de Buenos Aires.

La procedencia de los migrantes de la última oleada, posterior al año 2005, se ubica en diversas zonas, con características disimiles en términos culturales, motivacionales y económicos. La mayoría de los migrantes son nacidos en la región de Taiwán y Fujian. Estas personas pertenecen a la etnia Hakka, de las provincias de Guandong, Jiangxi y Fujian, en la China meridional, donde ellos han recibido su nombre actual. Existen también importantes colectivos Hakkas en Hunan, Guizhou, Guangxi y Sichuan. Desde allí han pasado a Hainan y Taiwán. En la actualidad, la mayor parte de la población china en Argentina es de origen Hakka, a pesar de que muchas personas de esas etnias ya no dominen el dialecto.

Los chinos de ultramar asignan una gran importancia a sus grupos familiares, lo que se traduce en un entramado de relaciones y lealtades. Los vínculos modernos comienzan a pensarse en términos comunitarios más allá de las fronteras, para potenciar la incorporación de los migrantes en las sociedades receptoras. Las segundas generaciones de nacidos en Argentina, quienes, a través del conocimiento de las pautas culturales de ambos países, así como del manejo del idioma chino y castellano, obtienen herramientas que les permitirá defender a sus padres y en un sentido más amplio a los miembros de su comunidad.

Las colectividades chinas en Argentina, además de concentrarse en espacios comunes, tienen su propio barrio en Belgrano, Capital Federal. En los últimos 15 años, la expansión de los negocios llevó a que se instalaran en otras grandes ciudades del país, como Rosario, Córdoba, Mar del Plata, Santa Fe y Paraná. Actualmente existen unos 15 grupos o asociaciones, congregados según las regiones de procedencia de China continental y Taiwán. Todas estas asociaciones carecen de una asociación central.

A merced de las cabezas de serpientes

La situación económica de diversas áreas rurales y menos desarrolladas de China lleva a muchas personas a tomar la decisión de migrar. La edad de estos migrantes responde al período económicamente activo, es decir entre los 15 y 64 años, promediando los 25 años. La mayoría proviene de las zonas más empobrecidas de China, de las zonas de Gansu y Guizhou. Estos migrantes, en su mayoría, carecen de capital y poseen un bajo nivel de instrucción. Los fondos para viajar a Argentina se costearán a través un sistema de contención o solidaridades comunitarias. Las mismas se establecerán tanto en la Argentina como en sus lugares de origen. Aparte de costear el viaje, generarán fondos de comercio con el fin de establecer supermercados, bazares o negocios de comida. Estos gastos o préstamos se devolverán luego, cuando el negocio genere ganancias. De esta manera, la devolución será destinada a nuevos préstamos y servirá para fomentar a que otros migrantes puedan realizar el mismo recorrido.

Algunos jóvenes caen en manos de redes de tráfico de personas. Para realizar estos viajes, según relatan en diversas fuentes periodísticas (Nuevo Diario Santiago del Estero, 2016), pagarán sumas de entre 6.000 a 10.000 dólares. Estas redes seducen a los jóvenes con promesas de trabajo, estadías, dinero, contratos laborales y visa legal. Son conocidas como cabeza de serpientes.

Estas organizaciones se amparan en estrategias ilegales. Ofrecen guiar la travesía de los migrantes con personas armadas que los “protegerán” hasta llegar a las ciudades de destino. Los migrantes son traídos en avión hacia Brasil, Perú o Bolivia. La organización retiene los documentos de los migrantes, luego los traslada en camioneta hasta el límite de Salta, Formosa o Misiones. Es posible observar como el tráfico de personas se relaciona directamente con el comercio ilegal de productos, armas y drogas, los cuales se mueven en los circuitos fronterizos sin la debida vigilia estatal. Buscando pasos fronterizos, con débiles o nulos controles aduaneros, cruzan la carga evadiendo controles. Se calcula que ingresan alrededor de 16.000 chinos de manera ilegal por año (Nuevo Diario Santiago del Estero, 2016).

Los inmigrantes chinos buscan llegar a los lugares en donde se encontrarán con redes de contención de alcance nacional e internacional, las cuales cobijarán a los nuevos migrados. Estos ciudadanos son adoptados en los negocios ya establecidos. Primero se ocuparán de tareas sencillas como las de repositor, luego ascenderán a las cajas, hasta que junten suficiente dinero para obtener su propio negocio. Serán los supermercados, restaurantes y bazares de venta de productos importados los que servirán como primera experiencia laboral en el país huésped.

Los nuevos migrantes chinos

China, en el último lustro, tuvo un crecimiento del PBI de aproximadamente un 40%, según los datos oficiales aportados en el año 2017 por parte de la National Bureau of Stadistics of China. La renta per cápita ha pasado de 320 dólares en 1990 a 8000 dólares en el 2017, una cifra que es todavía superior si se analiza en paridad del poder adquisitivo (Nacional Bureau of Stadistics of China 2017). Si bien la expansión se ha ralentizado en la actualidad con respecto a las cifras de principios del presente siglo, durante los cinco primeros años de Xi Jinping la economía ha crecido a una tasa media anual del 7,1%.

A partir del año 2010, se producen una serie de políticas de apertura económica. Este periodo estableció la salida de productos e inversiones al exterior. El crecimiento económico fue acompañado por políticas públicas destinadas a erradicar los índices de pobreza, lo que llevó a una reducción del 10,2% en el año 2012 al 3,1% en el año 2017 (National Bureau of Stadistics of China 2017).

Junto al desarrollo y a las inversiones a escala global fue surgiendo una nueva inmigración con características distintas a las oleadas migratorias anteriores. Se observan grandes inversiones provenientes de empresas multinacionales con capitales chinos. Según la nota en el diario Nación del día 26 de agosto de 2018, el Observatorio de Inversiones de la Cámara Argentina – China de la Producción, la Industria y el Comercio identificó 31 casos de inversiones chinas en el país. En algunos casos, los montos se hicieron públicos, pero en la mayoría de los casos se mantienen en confidencialidad. Las cuatro operaciones más grandes entre 2010 y 2017 sumaron US$ 7200 millones. Pertenecen a las empresas CNOOC, Sinopec, Shandong Gold e ICBC.

La nueva oleada de inmigrantes está compuesta por empresarios y administrativos, quienes son trasladados a las nuevas zonas de inversión. Estos migrantes provienen de zonas comerciales de gran importancia económica dentro de la República de China, entre los que se puede destacar la ciudad de Shanghai. Son ciudadanos flexibles, que se mueven en un mercado globalizado sin fronteras, y son capaces de relocalizarse sin oposición en pos de una estabilidad laboral. El objetivo de estos empresarios y administrativos es facilitar a las empresas chinas para que se incorporen en nuevos mercados. Es posible observar en estos grupos, además de un alto nivel económico, un elevado status cultural. Es por ello que buscan acrecentar su conocimiento sobre otras culturas, obteniendo nuevas experiencias educativas y vínculos con sociedades distintas, tanto para sí mismos como para sus familias.

Conclusión

Como se pudo observar en el desarrollo del presente artículo, la migración china no puede ser considerada de forma homogénea. Esta apreciación sería errónea, ya que cada una posee características regionales, étnicas y culturales diversas, así como particularidades en las trayectorias personales y familiares. Sin embargo, más allá de las diferencias, la mayor similitud que se puede observar será el objetivo común: la búsqueda de mejores condiciones de vida. Es fundamental comprender que estas búsquedas, que se presentan como individuales, se multiplican a gran escala, estrechando lazos entre los países, tanto económicos como sociales y culturales.

Biografía

Bibliografía